
Ahora bien, hablemos de amor.
“Nunca sentí lo que siento por
vos”, “Me enseñaste lo que es amar”, “Esta es la primera vez que me enamoro en
serio”, “Juntos para siempre”, “Te amo como nunca amé a nadie en mi vida”, “Sos
el/la más hermoso/a de todos/as” (y un sinfín de etcéteras)
¿Te resultan conocidas estas
frases? Me imagino que sí...
Por más tiernas y sentimentales
que suenen, sabemos que son realidades un poco tergiversadas, si es que aún
podemos llamarlas realidades . Obviamente estoy generalizando, y por supuesto
esto no quita la posibilidad de que existan excepciones.
Pero así y todo, con o sin un
respaldo concreto, son palabras que suelen hacer sentir bien a su receptor.
Además, ¿Quién no las dijo alguna
vez?... ¡El que esté libre de pecado que tire la primera piedra!
Bueno, el punto de todo esto es
el siguiente... Pienso que en este caso correspondería aplicar el principio de
supremacía de la realidad, y crear una
especie de “licencia romántica” que habilite a los amantes a utilizar este tipo
de expresiones.
Es usual que cuando la pareja
comprueba la falta de veracidad que las caracteriza, lleguen los reproches. Y
esto es lo que queremos evitar.
¿Quién va a decirle a un poeta
que mintió en un verso? Sería ilógico.
De la misma manera, nadie podría
decir “era mentira que yo era la más linda de todas”, o “no es la primera vez
que te enamorás en serio como me dijiste”, o “me dijiste que íbamos a estar
juntos por siempre” etc, etc.
En fin, ¡A blanquear las
pelotudeces que decimos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario