Con el mar humedeciendo nuestros sentimientos, y quince raras noches, florecieron nuevos sueños. Esa locura fue lo mejor de aquellos tiempos, y lo peor de los que vinieron. Una expresión de rebeldía, una evidencia de lo que siempre fui. Te seguí, y de a poquito fuimos poniéndole rejas a nuestra propia cárcel.
Después de todo, siempre se es preso de algo, ¿no? Me gusta elegir de qué.
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